Fuente de Cúpido

Atenta, acaricia el agua, siéntete libre y relájate.

Era el día de la selección en la escuela, desde pequeña me habían educado para pertenecer a Beauxbatons.
Nada menos se esperaría en mi familia, dado que todas las mujeres de mi linaje eran ex alumnas ¿cómo no? si el estilo, la elegancia, la perfección era un rasgo característico en mi familia; una muy bien posicionada en la sociedad, con una larga y misteriosa historia dentro del mundo mágico.
Ministras y grandes magos existían en mi ascendencia, la sangre de varones y sobretodo mujeres poderosas recorría mis venas.
Ahora yo, la hija única de mi madre y padre se acercaba, a pasos firmes y con mirada decidida, hacia la fuente de Cupido, mágica y famosa en todo el mundo mágico por ser aquélla que mostraría a qué casa pertenecías.
Mi madre me acompañó hasta cierto tramo recordando sus épocas de estudiante, mientras sus ojos brillaban de orgullo porque ahora yo iba camino a convertirme en una de ellas.
Le sonreí muy segura y recorrí los pocos pasos que me separaban de la fuente, el vestido turquesa que llevaba esa noche brillaba de manera especial con la luz de la Luna, quien me observara desde lejos podría ver una especie de sombra turquesa siguiendo mi cuerpo, que se movían de manera casi hechizante.
Al llegar al borde de la fuente, sonreí para mi misma, acomodé mi cabello hacia un costado con una mano y me incliné gentilmente en dirección hacia la misma, extendiendo la otra con delicadeza hasta tocar la superficie y recorrerla por unos instantes.
Al contacto de mi piel con el agua, esta se tornó multicolor, llena de brillos, casi como un arcoiris y una especie de vapor empezó a salir de la fuente, sabía lo que sucedería a continuación, mordí levemente mi labio inferior para contener mi emoción al saber que pronto estaría asignada a una casa...